Día 5. Trabajando la Autocompasión

Autocompasión y Mindfulness

LA COMPASIÓN

Antes de adentrarnos en la autocompasión comenzamos la sesión hablando de lo que significa el concepto de “Compasión” en nuestra sociedad occidental. Quizás es un término que concibamos “negativo”, siendo algo así como la lástima que nos genera observar a una persona en situación de vulnerabilidad. Tambien oímos en ocasiones frases como “no te compadezcas de mí”, como algo que el sujeto percibe casi como una amenaza a su fortaleza mental o física. Sin embargo, la definición que nos muestra la RAE es:

1. f. Sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien. RAE

Quizás cuando leemos esta definición, nos recuerda un poco más a la empatía, y por tanto dotamos al concepto de otro sentido diferente. Es notar que alguien puede estar sufriendo, ser conmovido por la situación que observamos en otra persona, y querer actuar ante ello, ayudándole, dándole cuidado, calidez humana…Aun sabiendo que ha podido errar, cometer una equivocación…Sin juzgar.

Ahora bien, en la definición consta la identificación ante males ajenos, pero cuando hablamos de autocompasión nos estamos refiriendo a algo parecido. La autocompasión implica tratarnos a nosotros mismos de esa misma manera, tanto en los momentos difíciles, en los que fallamos, o en los que actuamos de forma diferente a la que querríamos o nos gustaría ser. Podemos cometer errores, frustrarnos porque las situaciones que no se corresponden a nuestras expectativas, encontrarnos miles de limitaciones, y pensar con ello que hemos fracasado en el intento de ser “perfectos”. Sin embargo, la autocompasión nos invita a honrarnos a nosotros mismos, aceptar la humanidad que vive en nosotros.

EJERCICIO 10. TRABAJANDO NUESTRA AUTOCOMPASIÓN

Una vez realizada esta introducción nos disponemos a comenzar el ejercicio:

  1. Coge una hoja de papel.
  2. Piensa en la peor situación en la que te hayas visto, un momento difícil de tu vida.
  3. Apunta todas aquellas frases que puedes haberte dicho a ti mismo en aquellos momentos-
  4. Reflexiona acerca de aquellas palabras “feas”, frases que desterraban toda tu valía como persona, que han mermado tu autoestima a base de repetición (por ejemplo: no vas a poder, no vales para nada, eres débil, cualquier otro hubiese superado esto mejor que tu…)
  5. Reflexiona con esta pregunta: ¿son frases que tú le dirías a tu mejor amiga para animarla?. Seguramente no.
  6. TÚ eres tu mejor amigo/a, actúa con autocompasión y cuida de ti en los momentos difíciles.
  7. Practica ejercicios mentales y corporales: piensa frases de tipo “tu puedes”, “vas a estar bien”, “cálmate”, “relájate”, acompañado de una aproximación y cercanía cálida de la mano, bien en la parte del cuerpo “dolida”, en el corazón, o donde creas que te produce más calma.